miércoles, 1 de agosto de 2007

AMISTADES

Cuando de amistades se trata, lo que desde el hogar nos inculcan (o nos imponen, dado el caso), es buscar los idóneos; los amigos más buenos, los justos, los de formación cristiana, los perfectos, sin vicios, sin mañas; ese es el deseo de nuestros padres: los mejores amigos. Y a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta que es bueno aquel consejo y disfrutamos de aquellos amiguillos, llenos de virtudes y que rezan antes de almorzar, pero, nos encontramos en el transcurso de nuestra existencia con la otra cara de la moneda; vamos conociendo al piraña, al fumón, al choro, al maleante, al travesti, al proxeneta, a la puta, al callejero y al loco mugroso, cuyos modos de vida distan mucho de lo que buscamos… Y ahí están… forman parte de nuestro entorno y tenemos que lidiar con sus actitudes, sus intenciones y sus hábitos casi siempre.

“Si no puedes con el enemigo, únete a él”; reza un refrán y es el consejo oportuno en este caso: la amistad con estos personajes: urbanos, pestilentes, pero al fin y al cabo, humanos como nosotros, con sus esperanzas, sus sueños, sus pasiones, su sensibilidad, sus amoríos y su corazoncito bien calientito… Y estos personajes marginados cuando llegan a forman, orgánicamente, parte de tu vida, no saben alguno de ustedes el nivel de amistad que se obtiene: lealtad total.

“El que con lobos anda, a aullar a prende”, dirán algunos, pero si no ando con lobos, no lograré en algún momento diferenciarlos de los perros y su estériles ladridos.

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