jueves, 21 de marzo de 2013

Soy el mejor raspadillero de Iquitos

ENTREVISTA al Sr. Julio Vilca:
“Soy el mejor raspadillero de Iquitos”
FUENTE: Iquitos Paradise

“Entré al negocio de las raspadillas cuando enviudé, tuve que mantener solo a mis seis hijos. Gracias a mi esfuerzo y perseverancia logré sacarlos adelante y estudiaron con las ganancias de mis ventas de raspadillas, ahora felizmente todos ya son hombres de bien y ya tienen familia, pero yo sigo con mi negocio a lado de mi compañera”.

“Ya llevo 22 años en este negocio y me es imposible dejarlo, ya que gracias a este trabajo conocí todo tipo de personas, me gusta sentir las buenas vibras de mis clientes y a veces muchos me cuentan sus problemas y yo los aconsejo”.

¿Desde hace cuánto tiempo vende raspadillas?

Hace más de 22 años vendo mis raspadillas en Iquitos. Recuerdo que poco a poco fui aprendiendo y soy el único que vende pura esencia de las frutas y no me arrepiento de este trabajo, ya que es un trabajo digno.

¿Antes de dedicarse a este negocio se desempeñaba en otro oficio?

Vendía cocos que me traían de Tarapoto, pero cuando llegaban ya estaban maduros, así que dejé de lado esa venta y después me dediqué a la raspadilla.

¿Por qué decidió vender raspadillas?

Porque tenía una gran responsabilidad de cuidar a mis hijos. Había enviudado y como sea tuve que sacarlos adelante, así que un día me puse a ver qué negocio saldría bien y decidí apostar por el carrito de raspadilla y no me arrepiento de haber elegido esta opción. Cuando viajé a Trujillo aprendí sobre las esencias de las frutas y eso vine trayendo a Iquitos. Creo que ese es el éxito de mi negocio.

¿Te consideras el mejor raspadillero de Iquitos?

Sí me considero el mejor raspadillero, ya que soy el más antiguo que aún sigue trabajando en este negocio. Ya tengo 71 años y sigo vigente. Además, todo esto es gracias a mi carisma y amabilidad que tengo con la clientela.

¿Cuántos hijos tiene?

Tengo seis hijos: tres hombres y tres mujeres, que ahora felizmente todos ya tienen familia.

¿Con este negocio sacó adelante a su familia?

Sí. Yo los saqué adelante y solo. Con mi esfuerzo y mi perseverancia, luché por darles una mejor vida y así lo hice, todos mis hijos recibieron una buena educación. Lo que tengo ahora se lo debo a mis raspadillas, tengo una casa y no me faltan los alimentos.

¿Cuál fue el momento más difícil que le tocó vivir?

Para mí el momento más duro que me tocó vivir fue cuando enviudé. Mi esposa había muerto y me quedé solo con mis seis hijos, en ese momento todos eran menores de edad. Así que me puse bien los pantalones y comencé a vender coco y mis hijos me ayudaban, después entré en el negocio de las raspadillas (llora). Recuerdo que buen tiempo estaba solo y mi único objetivo era sacar adelante a mis hijos, pero ahora en mi vejez conocí a una dama que ahora es mi compañera y me ayuda en la venta de las raspadillas.

¿Tiene nombre su negocio?

Sí, se llama “Gorrión”. Acá todos me conocen como el gorrión, pero no porque gorreo, sino por un mensaje bíblico (risas).

¿Cuántas raspadillas vende al día?


Vendo más de 100 raspadillas. Si el día está bueno y es caluroso vendo más, lo importante es que la gente ya sabe de mis productos y de la calidad, además sin contar el trato y el cariño que le brindamos.

¿Desde hace 22 años vende en la calle Pevas con La Condamine?

Sí. Un día estaba andando con mi carrito, no sabía dónde ubicarme, hasta me fui a la plaza 28 de Julio, pero ahí había más raspadilleros que clientes, me quité de ese lugar, comencé a caminar y me ubiqué en Pevas con La Condamine, acá encontré a mis clientes que a cada rato compran mis raspadillas.

¿Se podría decir que este negocio es rentable?

Claro que es muy rentable. A la semana se gana bien, ni que decir del mes. Yo vendo mis raspadillas desde un sol a más y lo bueno es que la clientela ya conoce el sabor del gorrión (risas).

¿A qué se debe su éxito?

A los secretos que me vine trayendo del norte. Allá aprendí mucho sobre las esencias y la gente cuando prueba mis raspadillas, se da cuenta que no es como otros con colorantes, sino que siente la esencia de las frutas.

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