domingo, 30 de marzo de 2008

ARTISTA AMAZONICO

Hola a mis cyber amigos.

Es posible que muchos hayan decidido no volver a leer mi blogspot por no tener éste ninguna novedad, y los entiendo… los comprendo; y para aquellos que están por primera vez revisando mi angustioso espacio, les doy la más cordial bienvenida y… ¡mil gracias!

Estoy nuevamente en Iquitos desde la quincena de enero del presente año, y eso implica una reflexión honesta de mi parte porque, no sólo es la presencia física y artística, sino también la emocional y orgásmica:

Salir de Iquitos es todo un ejercicio mental y emocional (lo sabrán aquellos inmigrantes que radican en otros países, también nuestros hermanos provincianos que han tenido que radicar en la capital en busca de mejores oportunidades) porque significa, en esencia, desligarse de familiares, colegas, camaradas, amigos de toda la vida, amantes efímeros pero apasionados y efectivos…

Es cierto… reconozco que en estas palabras existen dosis de cobardía que, inexorablemente reconozco, pero, es, a la sazón de mis años que siento que nada debe quedar pendiente, que debo resolver aquellos conflictos personales que me unen a mi tierra, a mis raíces.
Ser amazónico es un compromiso que, como hijo de esta selva, debo asumir, en todo sentido y en cualquier espacio, buscando mi identidad, pero, lo mío va más allá, pasa por el desasosiego que todo ser humano experimenta, todo ser emocional, sensible, vehemente hasta el paroxismo, que, sin lugar a dudas, constituye una gran parte de nuestra existencia, más aún si nuestra labor es la artística.

Estuve el año 2007 en la primaveral ciudad de Trujillo, en la actividad teatral organizada por el colectivo “Arte Urbano” durante un mes y luego dos meses en la gélida ciudad de Lima donde conocí personas maravillosas, en primer lugar a los integrantes del grupo “Yawar”, dirigido por un gran amigo y maestro, Tomás Temoche, con quienes estuve participando en algunas actividades entrañables; también me encontré a los integrantes de la agrupación teatral: “los Tuquitos”, con quienes pasé las celebraciones de navidad y año nuevo. ¡Adorables, sin lugar a dudas!

Muchas perspectivas laborales, amistades productivas y visos de aventuras emocionales se me presentaban en la capital; quedé fascinado con el caos, el smog, la tugurización vehicular y sus grandes centros comerciales, me dejé envolver por la metrópoli, por la selva de concreto, pretendiendo hacerme de una nueva vida…

Y volví.

Y volví para sólo hacer una ida y vuelta, y retornar nuevamente a Lima.

El pretexto fue la Muestra Regional de Teatro Oriente que, al final, no se realizó, y, consciente del riego de quedarme, asumí algunos compromisos artísticos, olvidando que, aquel espacio creado, aquellos amigos y colegas, tanto de Trujillo como de Lima, precisaban de mi presencia, ya eran parte de mi existencia, de mi nuevo camino.

Es tenaz… si uno pudiera dividirse y estar en todas partes, sería más fácil, pero no, eso no es posible, y tenemos que “priorizar” un solo camino, seguir adelante apacibles, sin sentarse en las sillas peligrosas y muy cómodas que están a la vera, que representan la duda, el conformismo y la desidia, seguir luchando por nuestros sueños y a paso ligero porque, los años, que vienen a trote, nos termina dando alcance.

Aquí estoy, con 32 años a cuestas, reflexionando un poco sobre el tema, compartiendo con ustedes amigos lectores estos pensamientos que, además de catarsis personal, espero sirvan de algo a cada uno de ustedes.

“Caminante no hay camino… camino se hace al andar”

Sigo mi camino, ya voy por las 33 millas y, de lo que estoy seguro que, ni yo mismo sé donde terminaré, pero de lo que si estoy seguro que tarde o temprano a ustedes amigos míos, encontraré.

Un gran abrazo y, ténganlo por seguro, nuestros caminos se encontrarán y así afianzaremos, de todos modos, nuestra amistad.

Amazónicamente:

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